Regreso eléctrico al futuro

Rodrigo Villamizar

El autor fue Ministro de Minas y Energía de Colombia, Embajador, es Chairman de Borametz Group (USA), Presidente de la Junta Directiva de Deinland y Kaiserwetter Energy Asset Management (Hamburgo), Codirector de The Legacy Group of Washington DC, profesor Visitante de la U de San Diego y de IEB-Complutense de Madrid.

El país vive en el mundo Einsteniano donde la energía y el tiempo corren hacia atrás sin mirar al futuro. Si queremos progresar y aprender hay que repasar y reparar el pasado.

Anoche fui a la cama olvidando sacar la media botella de vino no tomada en el congelador. Ya me había sucedido en otra ocasión resultando el vino hecho hielo al día siguiente. Esta vez, no fue así. La botella contenía el vino líquido como si hubiese sido dejado en la parte menos fría de la nevera. ¿Qué significa esto? Que el sistema eléctrico nacional SI está racionando la electricidad, contrario a la versión oficial.    

La reducción de los ciclos de la red eléctrica disminuye el suministro de electricidad porque altera la frecuencia con la que la corriente alterna (CA) fluye a través de la red. Reducir los ciclos de 60 a 50 Hz ralentiza el flujo de electricidad a costo -para los usuarios- de afectar el rendimiento de los equipos y aparatos eléctricos. Reducir la frecuencia por parte de las empresas de servicios limita la cantidad de electricidad que se ofrece a los usuarios sin que estos la perciban en el corto plazo; sólo cuando los electrodomésticos comienzan a fallar. Esto no es nuevo en Colombia, fue una práctica usual en épocas de racionamiento pasadas.

Esta mala noticia contrasta con otra buena: el anuncio del presidente Gustavo Petro de que la Nación pagará la deuda de la llamada Opción Tarifaria (que suma $5 billones, de los cuales cerca del 50% corresponde a la Costa Caribe). Esto implica una reducción entre el 7% y el 19% de la tarifa actual que pagan los colombianos dependiendo de si viven en el interior o en la Costa. En promedio, ello representa una rebaja de $200 por kilovatio aproximadamente en el valor de la factura. Pero aun esta medida, necesaria y positiva, es insuficiente para solucionar el problema estructural de las altas tarifas eléctricas y la ‘restringida’ oferta que enfrenta Colombia. O del planeta.

La vida requiere la transformación de materiales (sólidos y líquidos) en energía para sustentarlas, y también se necesita energía para producir y adquirir estos materiales. Por lo tanto, la historia de la humanidad y su futuro deben analizarse siguiendo la evolución de la matriz energética a lo largo de los siglos, desde consumos primarios básicos hasta formas más refinadas e intensas. El consumo per cápita mundial de energía en 2022 -según la Agencia Internacional de la Energía- fue de casi 80.0 Giga Joules (GJ -ver tabla adjunta). Desde ELECTRA proyectamos que, a 2050 será de 294.1 GJ/cápita. Este sería el mayor aumento registrado en la historia, un promedio de crecimiento de 5.6% anual en la energía. Y dado que la electricidad pasaría de ser 25% a cerca de 61% del total de la energía consumida en el planeta, ello exigirá multiplicar la electricidad en más de 4 veces su capacidad instalada actual en los próximos 25 años.

Este es un ejercicio de proyección, en promedios. Pero la velocidad del consumo de nuevas tecnologías y aparatos (bombas de calor, big data, aire acondicionado, vehículos eléctricos, electrólisis para hidrógeno, inteligencia artificial, call centers, computación tradicional y quántica, minería para ciber monedas, etc.) requieren un aumento sin precedente de energía. La pregunta lógica siguiente es ¿a qué precio?

Y es allí donde Colombia está en una encrucijada muy particular. Su ley rectora (la 43 de aprobada hace 30 años) cambió un modelo “de costos marginales más subsidios cruzados” por uno de “mercado de bolsa de subastas”. Este último ya da muestras de agotamiento por estar sesgado hacia la oferta y los consumidores ya reclaman uno basado en la demanda. Y no les falta razón a los consumidores, puesto que el principio rector (constitucional) exige que se ponga la equidad por encima de la eficiencia y no al revés como se aplica hoy día.

Colombia, como otros países (Gran Bretaña, Canadá, regiones de EE. UU. y Australia) requiere urgentemente su propia ‘Reforma del Mercado Eléctrico,’ EMR en Ingles. ¿Qué significa este cambio? Eliminar las subastas en la Bolsa de Energía y exigir a cada parte de la cadena de oferta (generación, transmisión, distribución y comercialización) reportar sus costos marginales (concepto vital en la economía) y aplicar una tasa de retorno aprobada por la Comisión reguladora (CREG) y vigilada por la Superintendencia de Servicios.  

Este cambio radical permitirá los contratos de largo plazo (de 2 a 10 años) entre las partes, incluyendo los “contratos por diferencia” (donde se ajustan de mutuo acuerdo por encima y por debajo los precios pactados), para promover las renovables y el “cargo por confiabilidad” buscando seguridad en suministro eléctrico. También debe subsistir el ‘escalonamiento’ de precios por nivel de consumo de forma diferencial para diferentes grupos de ingreso, permitiendo así un “subsidio cruzado” (aportes de los estratos 4, 5 y 6 a los estratos 1, 2 y 3) cumpliendo así -y de forma directa sin pasar por la intermediación del estado – con una política de equidad más directa y evitando abusos de mercado.  

Estos cambios plantean una transición rápida, ordenada, segura y limpia de un sistema cargado hacia los ofertantes a uno favorable al usuario sin que desaparezcan los incentivos de inversión de mercado de competencia. También impulsaría la transición energética hacia las energías limpias que, de acuerdo con XM, contamos con pírricos 0,5 GW de renovables (3% del total de la capacidad).

Con cambios como los aquí propuestos, la Secretaría de Seguridad Energética y Cero Emisiones Netas del Reino Unido se ha pronunciado recientemente asegurando que “después de un período disruptivo y de cambios sin precedentes, el sector energético del Reino Unido ahora está preparado para aprovechar las oportunidades de la transición energética.”

En efecto, tal como propone el gobierno Petro, de asumir la Opción Tarifaria y las pérdidas pasadas con Presupuesto Nacional más obligar a las empresas a disminuirlas con inversión y ‘generación distribuida’ para las Comunidades Energéticas, no hacerlo no es una opción.

El análisis de ELECTRA coincide con otros como el de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y el de Asoenergia en donde indican que reformar el mercado eléctrico colombiano reduciría los costos del sistema en más de 15.000 millones de pesos entre 2025 y 2030, y cerraría la brecha o faltante proyectado de casi 6 GW estimado para ese periodo. En países como Reino Unido la cifra que ha sido calculada para satisfacer la demanda proyectada para 2050 alcanza los £35.000 millones de libras esterlinas.

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