La subasta de energía ¿Qué es y cómo funciona?

Rodrigo Villamizar

El autor fue Ministro de Minas y Energía de Colombia, Embajador, es Chairman de Borametz Group (USA), Presidente de la Junta Directiva de Deinland y Kaiserwetter Energy Asset Management (Hamburgo), Codirector de The Legacy Group of Washington DC, profesor Visitante de la U de San Diego y de IEB-Complutense de Madrid.

Las subastas de energía son un componente esencial de la estructura del sector eléctrico colombiano. Hay subasta de precios para determinar el precio diario (subasta de precios marginalistas), subasta de cargo de confiabilidad (para asegurar oferta en épocas de escasez) y subastas de capacidad para aumento de oferta de energías renovables. La subasta de precios en la Bolsa, por su estructura y sus bases, es un tema de discusión pública debido a su importancia e impacto en el bolsillo de todos los colombianos. 

Parte 1: Subastas de energía diarias y el modelo de precios marginalista.

A diferencia de un sistema de precios basados en costos marginales, la subasta de precios marginalistas se fija diariamente. Según este modelo definido para la determinación del precio en la Bolsa, la ASIC define cuánto se requiere para satisfacer la demanda del país. Cada día recibe ofertas de cada generador y las clasifica por precio de oferta. La última oferta de mayor precio por kilovatio-hora que cierra las necesidades de oferta, fija el precio para todo el sistema. Esto, con el fin de determinar la cantidad de electricidad que deberá ser generada para suplir la demanda del día siguiente. Los generadores ofrecen energía para llegar a la demanda establecida, según su capacidad de proveerla. Esta capacidad varía porque utilizan diferentes medios para generar energía: los generadores hidráulicos utilizan agua represada para generar electricidad, los térmicos utilizan combustibles fósiles para operar sus generadores, y los renovables utilizan la energía solar o eólica, etc.

Por supuesto, el costo para producir la energía varía dependiendo del método que se utilice para generarla. No es lo mismo generar electricidad con energías renovables o con generadores hidráulicos que con energías térmicas (gas y carbón). En el primer caso, se utiliza una materia prima gratuita que hace parte de un ciclo natural. En el segundo caso, se necesita obtener el combustible en un mercado abierto.

Ejemplo:

 Si la ASIC determina que necesitamos adquirir 6.000 MWh en una subasta, en ese momento los generadores empezarán a ofertar energía producida por las diferentes tecnologías, de la más barata a la más cara. Primero, se ofrecerán 4.000 MW de hidráulica, luego 1.000 MW de renovables,  y así va aumentando la subasta.

Si lo pactado hubieran sido 5.000 MWh, estaríamos hablando de un precio muy bajo, pues hemos llegado a esa cantidad con energías con un coste muy bajo. El problema es que no hemos llegado y necesitamos 1.000 MW procedentes de energías térmicas, que pueden ser más costosas. Al final, no nos queda otro remedio que adquirir esos 1.000 MW de energías termales.

Al lograr suplir la demanda estimada, el precio de todas las energías se fija en el último, es decir, el más alto precio de la subasta.

Este modelo nos deja en una situación en la cual la mayor producción de energía hidráulica o renovable se hace menos rentable. Producir y vender suficiente energía para suplir los estimados de la ASIC por medio de fuentes de energías renovables y económicas significa un decrecimiento importante en el precio al que los generadores pueden vender su energía.

Esto invierte la presión de un mercado competitivo, que normalmente incentivaría a los empresarios a invertir en mayor productividad y eficiencia para poder bajar sus precios.  El generador se encuentra en una posición en la cual no es ventajoso para el producir más barato. Es más, su utilidad decrecería de forma importante si lograra suplir las necesidades energéticas del país. En vez de promover una inversión que logre suplir las necesidades energéticas del país con energías renovables y seguras, el sistema actual incentiva a mantener las ofertas de energía limitadas, ya que así se venden a un precio mayor.

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